miércoles, 19 de diciembre de 2007

El milagroso Rubens

Diez minutos habrían transcurrido entre el desembarco del avión de Varig procedente de Río de Janeiro y la fila de inmigración en Eldorado de Bogotá, cuando fue asaltado por la inexorable pregunta periodística “¿Y usted cómo se siente en Colombia?”, y a la cual él respondió: “¡Perfeitamente! ¿E você...?”

“¡Perfeitamente!”, repite hoy César Rubens al cómputo de los últimos treinta y cinco años, que incluye una esposa, tres hijos y dos nietos, colombianos todos, y la satisfacción del deber cumplido. Cuestión de prioridades, pues en el balance también figuran un pequeño apartamento hipotecado, más una pensión de invalidez y las prestaciones sociales en urgente entredicho. Ambas le corresponden por los servicios como el kinesiólogo cuyas milagrosas manos salvaron muchos y afamados destinos futbolísticos a lo largo de varias generaciones del Santa Fe, Nacional y Millonarios.

“Uma coisa é ser kinesiólogo e outra um masagista: A diferencia é tan clara como entre um cantante ao vivo e outro que gesticula sobre uma pista de sonido”, anticipa con celo profesional este brasileño de 65 años, mientras, ya cojo y por inercia olvidado, intenta sortear la insorteable Carrera Séptima en Chapinero. A su juicio, además de suerte, este lance diario exigiría una visión de 360 grados y suficientes reflejos, agilidad de cintura y velocidad de pies, condiciones que con sus puños de dinamita le valieron hace ya cuarenta años el título paulista de los pesos medianos y una opción a la corona de Suramérica, que dice haber perdido por un fallo localista en Asunción.

Como no se traduce saudade —intraducible amalgama de nostalgias, ausencias, quimeras, alegrías y otras efusiones— Rubens refleja en su testimonio ese principio de identidad. En 1963, al aventurarse hacia Colombia, logró hacer abstracción de todo —como una vasta familia unida y un futuro sin sobresaltos en Itapetininga— menos del portugués, que lleva entrañado en las neuronas: “¡O espanhol foram varias guerras perdidas!”.

Instalado en un banco del parque a espaldas de la Parroquia de Lourdes, Rubens encuentra allí el palco para observar el devenir, en cuanto pueden representar lo asiduo o lo incidental de transeúntes y visitantes. “Um parque assim é como uma ópera da vida real. Tem tudos os protagonistas e situaçãos: Amantes, viúvos, desocupados, músicos, sonhadores, locos, meninos, pássaros...” . Con esta misma perceptividad atesora vivencias dignas de plasmar en una gran historia de fútbol, a partir de la condición humana.

El hechizo del entorno obra fortuitamente de analgésico en la dolorosa incertidumbre de su ocaso, marcado por la ingratitud y por la artritis. “Em mais de 20 anos de trabalho com Millonarios so queda a moral de haver cumprido a consciéncia e por mesmo com resultados. Acaso a justicia é cega, pêro quando mira para este lado”, reclama. No obstante su expresión ceñuda y exhausta, en Rubens quedan vestigios de buen humor. De manera repentina y con relativa dificultad, se pone en pie para irrumpir entre la desbandada de niños que, como las palomas al arroz en la plaza aledaña, circundan una pelota que en vano él trata de arrebatarles. “Assim, como issa bola, o dinheiro que está obrigado a pagar Millonarios é irrecuperável”, vaticina Rubens de vuelta al banco, ahora cavilante, manos en el bolsillo, la vista figuradamente sobre el adoquín, el andar aletargado y cuando indiferente el tropel se aleja en impetuoso zigzag.

“¿Um advogado? Tenho umo que é como certas garotinhas alegres: Prometen o mundo, sempre previo pago”. Una algarabía de gol interrumpe la disquisición. El balón ha cruzado por debajo de ese solio de los jubilados que es el banco de un parque y que ensoñadoramente para los chiquillos y reglamentariamente para los obreros del mediodía es un arco de fútbol. Ajenos a la escena, calle de por medio, endomingados y radiantes, los habituales contertulios de La Rioja —precisamente los pensionados— producen un estrépito de silletería en torno de cinco mesas juntas, dispuestas como para un ágape. Es primero de mes, día de la paga.

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